Soplo de aire fresco y retozón, capaz de avivar conciencias, de aliviarnos de “cosas calientes” y “altas presiones” es Viento Jíbaro. VJ recoge la herencia cimarrona y la mística aborigen, dispersas en kilobytes de memoria olvidados por la gente y ocultados por los poderosos…VJ gusta de la información, de la palabra que no es de nadie y es de todos, pues su fluir sin trabas es vital en la hora actual de Cuba y el mundo… pues sólo los interesados en dividir pueblos y perpetuar sus dominaciones temen al verbo libre y no pensamos dejarles corromper, con su monopolio, la voz plural y amorosa de los pueblos.

martes, 3 de agosto de 2010

Contra el silencio de la flecha.

 Tercera parte modificada del ensayo de Ramón García Guerra

¿Pudo ser diferente todo?
Vías de Santa Clara. Foto: Axel Ancira
Cincuenta años después, sin duda es más sencillo darle otras soluciones a esos dilemas. Lo difícil era cuando todo parecía indicar que la alter-nativa más justa y pertinente era la adoptada. En tal sentido, esta parte III del ensayo comienza por donde terminaba la primera parte del mismo. Intentamos ahora ofrecer alternativas ante los dilemas que mostramos al inicio. Entendamos estas soluciones como motivación para el debate:

  • Debimos adoptar una fórmula de producción agrícola (1960-1965) que integrara la granja cooperativa o estatal y la finca particular o familiar: Sociedad autogestionaria federada. Considerada la tierra un bien público pudo ser empleada la misma con un interés regional.
  • Las formas artesanales de partida en la industria nacional debieron ser motivo suficiente para la articulación de un aparato de producción flexible de escala pequeña a mediana, mientras que su integración sectorial pudo ser alcanzada por mediación de un Estado-facilitador.
  • Centrando a la sociedad en sí misma, lograría el modelo económico una relación congruente y efectiva con respecto de la concepción de desarrollo que fuese adoptada. Las formas económicas no deben ser divorciadas de los contenidos sociales que se decidan poner en práctica.
  • Las políticas económicas en la transición socialista deben enfatizar en formas de reproducción simple (M-D-M`) del mercado, así como fomentar los espacios no mercantiles en la sociedad. Espacios que serían ejercidos además desde patrones culturales altruistas y solidarios.
  • Para evitar una ritualización de la acción social -en medio de un modelo de hombre masa (o colectivo) como el instituido en Cuba en los años 60s- el trabajo de educación popular pudo prescindir del elitismo político y hacer al pueblo artífice del cambio.
  • La relación cosificada entre Estado y sociedad es resultado del "patrimonialismo" que afecta todavía a la ideología de la Revolución cubana y, asimismo, significa el peor enemigo que estaría en su contra y al acecho. El mito-poema está siendo distorsionado por dicha realidad-objeto.
  • La defensa del pluralismo puede constituir una injusticia, sobre todo, si el mismo no es integrado por criterios de libertad y equidad entre los sujetos sociales. Estaríamos por una sociedad abierta y libertaria que supone una conversión de cada cubano en dueño de su destino.
  • Las formas de articular los equilibrios políticos que son necesarios para asegurar la continuidad de la sociedad en el tiempo, además de abiertos al cambio, debían desechar el empleo de la tecnología del pacto social.
  • Lo que debe ser protegido no es el poder. Las relaciones de poder son un resultado del proceso de reproducción de la sociedad y definen el estado político de la misma. Defender la invulnerabilidad del socialismo, entonces, exige un replanteo del asunto.
  • Emplear el ahorro popular para financiar el desarrollo de la industria eléctrica, por ejemplo, sin hacer del pueblo un artífice de este cambio, le restaría fuerzas al socialismo como un paradigma de socia(bi)lidad diferente al del capitalismo.           

Democratizar la sociedad.

El modelo de sociedad que cerró su ciclo histórico entre 1959 y 2001 -cuya ratio de legitimidad era la masa-, resultó todo el fundamento de tal “historia”. Quizá nada pudo ser diferente por causa de ello, pero lo cierto es que tal sociedad acabó negando las alteridades que fue creando por el camino. En tal sentido, el derecho a ser diferente sólo se convirtió en una demanda ético-social a finales del proceso. La solución no será ofrecer a la otredad -como motivo- una falacia pluralista que acabe por obstruir el destino de alegría, altruismo y bondad que significa la sociedad del mañana. Tampoco sería estigmatizar lo ocurrido, porque frente al pasado hemos de adoptar una actitud benjaminiana que revele cómo caminos diversos conducen a futuros diferentes sin alterar la identidad del punto de partida. Lo que resulta decisivo es la lectura histórica en clave de actualidad que estemos ahora ofreciendo sobre aquel pasado.

Desde luego, hemos de entender el período de transición al socialismo como una democratización total y continua de una sociedad que va emergiendo desde el proceso en cuestión. Entender que toda sociedad clasista tiende a reproducir cierta guerra permanente entre perdedores y ganadores, permite echar adelante un cambio definitivo de este absurdo de “sociedad”: Desarrollar una revolución posclasista por la humanidad. (Lo que hace –pero al revés- la internacional del capital a diario en el mundo.) Entonces no basta con que hallemos lugar todos en la sociedad. Debería el “libre juego político de los actores sociales” -según Darcy Ribeiro- facilitar la constitución de otra sociedad. Sociedad que estaría en camino: Sociedad Americana. "Evitando que con aquélla nazca –como del huevo de una serpiente- de pueblos llanos (y unidos ya los mares del norte y del sur), un águila imperial en su contra." Como diría José Martí: “con todos y para el bien de todos”.

Cuba tiene la oportunidad de hallar respuestas para el dilema etnocultural y político que enfrenta hoy América Latina. Sobre todo, para el estado de balcanización que padece la sociedad: exclusión, fragmentación... Muchos de los problemas que hoy discutimos en Cuba son coyunturales y serán superados a corto plazo. Imaginar otro país exigiría pasar por encima de este bosque de espinas para seguir adelante con la historia, es decir, yendo de la mano de nuestro tiempo. La cosa es cómo iremos vestidos a esa fiesta de pueblos que se anuncia. Desde luego, hallar una respuesta pasa por la resolución de los dilemas de coyuntura que hoy enfrenta la sociedad cubana. Porque mejor ejemplo de resistencia en la historia lo ofrece Haití, pero ¿qué ha resultado al final? Podremos endilgar cualquier nombre a la Causa: socialismo, americanismo, arcadismo. Ismos todos. Ahora bien, lo que estaría en juego sería la fundación de otra humanidad entre los seres que habitamos esta región del planeta.

Laberinto, caminos, destinos.

El destino histórico de los pueblos andinos; de los negros, mujeres y pobres; de todos los diferentes a aquel otro dominante en “nuestras repúblicas doloridas” del Sur-en-todas-partes, está siendo discutido ahora mismo. Sobre la acción insurgente que las multitudes por sí han librado, ciertas fuerzas de izquierda en América Latina –recién salidas de una afanosa rearticulación de sus ideologías, organización y programas a finales del siglo XX-, han montado unos nuevos gobiernos que reducen el potencial revolucionario contenido en estos pueblos rebeldes. En este ensayo sólo nos ocupamos de dicho dilema en Cuba. Podríamos dar gracias, entonces, por todo lo logrado hasta la fecha. Pero insistir en adoptar métodos convencionales ante realidades inéditas, decía el Che Guevara, resulta una política reaccionaria que debemos evitar. Quizá en un plano más pragmático este ensayo hace la proposición de salir del laberinto para acabar por replantearnos otros destinos más dignos, humanos y felices.

Sugerimos desandar el trayecto seguido. Primero, lograr una cartografía del laberinto, para luego estimar este con criterios libertarios que faciliten echar toda la hojarasca fuera del mismo. Segundo, marcar aquellos falsos caminos que obstruyen la liberación de estos pueblos de la condición zoofílica que los reduce a menos. Tercero, rehacer las banderas de la lucha, es decir, hallar como legítimos todos aquellos caminos que conducen a “toda la libertad toda”, dados en medio de un laberinto que celebre la diversidad de formas de vida individual y colectiva en la sociedad. Esta sería la estrategia que sugerimos en este ensayo. Pero esto es decir aún poca cosa. Sugiero ahora regresar sobre nuestros pasos. Pensar dos veces lo dicho. ¿Déficits del proceso?... ¿Pudo ser diferente todo?

Entendemos que aquellos puntos débiles del régimen cubano serán el estímulo más eficaz para iniciar un cambio radical. Radicalizando su lógica populista podría ser implosionado desde adentro. En tal sentido, la mejor consigna sería: ¡Todo el poder al pueblo!  Enfatizando la condición subalternizante del obrerismo se lograría una concientización liberadora entre las masas populares. Quizá esto nos lleve a un “Basta ya” o un “Nunca más”. Una radical ofensiva con fines heteróclitos, heterárquicos, libertarios, altermundistas, posclasistas… ¡socialistas! Creemos que están creadas todas la condiciones en Cuba para dicha ofensiva. Las cuotas de autonomías que fueron ganadas durante el Período especial (el corto), así como la situación de contraste que produce la experiencia anterior del obrerismo -como fallido proyecto de nueva sociedad- facilitan la articulación de alternativas.

Debemos reinventar un Estado más sofisticado, para dialogar con la condición de sobremodernidad que está afectando la sociedad. Eficazmente, hemos de despolitizar repolitizando la realidad nacional, porque el socialismo igualitario hizo lo contrario, fracturó a la sociedad. Borró las identidades de origen, desarrolló políticas selectivas tratando de mantener rangos de movilización social reducidos para impedir toda oposición activa ante sus intervenciones estatistas y hacer expeditas las mismas. Ciertamente la marcha hubiera sido más tormentosa con una transferencia masiva del poder constituyente del Estado a la sociedad. Pero se trata de eso. ¡Sino de qué socialismo se habla esta vez! Defendemos nuestro derecho a hacer sociedad: ¡Para todos los cubanos de dentro y fuera! Difícil nos resulta a todos -aquí o allá- cuando nos desmarcamos del rencor. Pero hoy, canta el amor y huye el odio.

Concluye así mi ensayo. Seguramente nos faltó por discutir un montón de causas. Pero nada más saludable que saltar a la calle. Cubanos de siempre al combate… ¡Cuba (es) Libre!

Santa Fe, Ciudad de La Habana, Cuba, 10 de junio de 2010.
E-mail: ramon0260@gmail.com

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